Medito en silencio sobre el pasado que resta atrás, pero que a su vez ha sido necesario para llegar aquí. Reconozco errores, flaquezas, esos momentos en que tuve dudas de tu benevolencia y me faltó valor para hablarte y confiar en ti. Tomo con el mayor recogimiento la vela de cera que recibí en la Vigilia de tu Pascua, la cuál prometí hacer brillar para mostrarte presente en mi vida; y siento la plenitud espiritual al encenderla de la Luz que permanece en la capilla de mis oraciones diarias.
Sé que tú lo sabes, pero también que quieres escucharme:
"Por ti late mi corazón, Señor,
no importa la estación, ni el tiempo,
más allá de los problemas que conlleva el camino,
la oscuridad de lo desconocido - las sombras-,
cada presencia inesperada será un compañero de viaje.
Gracias por los más cercanos, los fieles,
por la Estancia y todo lo que en ella rebosa Belleza.
Porque en todo lo que acontece encuentro tu Amor."