TESTIMONIOS 7.-EL VÉRTIGO DEL AMOR
No
le conocí, pero me contaron de buena fuente que murió de forma imprevista por
una enfermedad grave, si bien lo hizo tranquilo y en paz. Quien le había
tratado dijo de inmediato que fue una persona honrada, sencilla, muy trabajadora,
un gran padre y en definitiva un hombre bueno que vivió en plenitud.
Me
gustaría ser como José, a quien su familia – en sus últimas horas – agradeció
por todo el amor que les había dado en ese tiempo juntos.
La
paz del alma, para quien vive en el día a día (también para quien ve partir a un ser amado),
la genera el vértigo del amor: es el sello que llevan nuestras obras al
concretar cuánto bien puede hacerse a la Humanidad desde la propia ciudad, en el barrio,
en la familia, siempre desde la libertad de uno mismo.
Así,
en cualquier situación de la vida –incluso en la despedida consciente – se
puede traspasar el dolor humano hasta ver la luz que emana de vivir el presente
en el Amor.
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