Sea vil metal, conciencia de los ricos o elemento de
trueque, lo que me resulta curioso del dinero es su impredecible cambio de
color. Según la finalidad, el uso o los motivos para darle importancia, las
tonalidades varían. No hay manuales para distinguir cuál es el acertado, pero
tal vez el corazón pueda aportar alguna orientación. ¿Acumularlo, dejar morir
por él, engañar, especular? Los tiempos que corren certifican que algo falla en
el planteamiento global. Medito en silencio y siento cómo una voz interior
susurra a mi oído una alternativa adecuada: la gratuidad frente al "todo
tiene un precio". Y la libertad de cada uno para dar sus pasos...
Una propuesta para iluminar la vida expresando aquello que inspire mi experiencia artístico-espiritual
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