lunes, 26 de enero de 2009

TESTIMONIOS. 3.-LA MIRADA DE LA TERNURA


Era esa situación imprevista, desbocada, difícil de controlar, impredecible pese al caos de relaciones palpable en el ambiente. Ella no tenía más medios que su propio corazón: y ahí fue que lo donó sin reservas. Sin tan siquiera percibirlo, mostró al viejo enfermo postrado en el suelo del hospital abarrotado de espera su mirada de ternura: ello bastó para darle cariño y hasta el comienzo de un nuevo ánimo. En el presente del anciano, hasta ese instante desatendido y con futuro incierto, se vislumbró una nebulosa color esperanza. El inesperado y tardío agradecimiento marcó en la donante de ternura un futuro de nuevas miradas con similar actitud de amor en primera persona, de tú a tú, de nuevas relaciones sinceras con prójimos anónimos.

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