martes, 15 de octubre de 2013

CALOR QUE CONFORTA EL ALMA

Estoy ante el fuego que consume mi pasado - hasta hace unos segundos presente - dejando en la misericordia divina el bien que no supe realizar, las dudas que me hicieron vacilar y los rencores que mi voluntad afirma no querer recordar. Me aferro a mi momento cotidiano de hacer balance y dar gracias por un nuevo día. Mis manos son como pequeños troncos que el fuego purifica dejando en ellos marcadas las buenas obras que ya son historia del Amor.


Mi oración en silencio contemplativo cuenta las perlas unidas a una sencilla cruz de madera bendecida en un santuario mariano. Siento el deseo de crecer, por los días de mi vida, aferrado al deseo de ser confortado solamente por la caridad hecha obras por la fe, con la esperanza de alcanzar -en esa senda de unidad- la madurez que sólo emana de una existencia entregada al designio divino que tiene cada ser humano.


1 comentario:

  1. "Para nosotros, la esperanza de la justificación que aguardamos es obra del Espiritu, por medio de la fe, pues, en Cristo Jesús, da lo mismo estar circuncidado o no estarlo; lo único que cuenta es una fe activa en la práctica del amor."

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