Para quien inspiró mi poesía de juventud y que con su vida
literaria siempre me mostró un camino de lucidez. Gracias por siempre.
«Te dejo con tu vida, tu trabajo, tu gente, con tus puestas de sol y tus amaneceres. Sembrando tu confianza, te dejo junto al mundo, derrotando imposibles, seguro sin seguro (...) Pero tampoco creas a pie juntillas todo. No creas, nunca creas,
este falso abandono. Estaré donde menos lo esperes. Por ejemplo, en un árbol añoso de oscuros cabeceos. Estaré en un lejano
horizonte sin horas, en la huella del tacto, en tu sombra y mi sombra (...)».
Mario Benedetti (in memoriam)
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