Me serena contemplar en la playa desierta cómo la naturaleza prepara el transcurrir de una tarde apacible, escenario apropiado para experimentar con todas sus formas y en primera persona la confluencia de cielo, tierra y mar. Una sintonía natural cuyo aspecto variable configura mensajes de tranquilidad y sosiego.
Nunca me canso de admirar la gratuidad de este caudal natural que tiempo atrás prometí valorar en mi senda con el mayor respeto.
Sentado en la arena, a pocos metros del rastro marcado por infinidad de olas que saludan y reposan en la orilla, mis manos unidas junto a mi rostro en silencio meditativo, tratando de orientarme en un momento de escucha. Con mi actutud de acogida cualquier periodo de mi vida es tiempo de esperarte. Hoy es un buen día para declararte mi compromiso. Lleva la brisa, que desde tierra firme viaja hacia el horizonte que no alcanzo otear, el mensaje sincero de un corazón abierto a estimar tu Bondad, difundir tu Verdad, sentirse pleno en la manifestación de tu Belleza.
Una propuesta para iluminar la vida expresando aquello que inspire mi experiencia artístico-espiritual
sábado, 25 de enero de 2014
jueves, 23 de enero de 2014
LA PAZ DE TU MIRADA
Era una tarde cualquiera, eso sí recuerdo que era invierno y hacía bastante frío. Llevaba más de una hora paseando por la ciudad sin rumbo definido, con la agenda desierta de propuestas para consumir tiempo y ocio. Entré en una iglesia que por fuera conocía de memoria, pero su interior era para mí realmente ajeno. En el templo -a media luz- cuatro o cinco personas rezaban en bancos aislados un rosario que sonaba a monotonía. Enseguida apareció a mi paso una primera capilla y allí te encontré.
¿Cómo expresar la sorpresa de recibir en mis ojos - aún más, en mi corazón - tu mirada personal que me interpelaba para que dejara a un lado mi preocupante apatía y dejara transcurrir el tiempo sin control en esa atmósfera sagrada en la cuál de improviso me hallaba inmerso? No sabría decir cómo llegamos a entablar aquel coloquio, pero desde el inicio tuve la percepción de que no era fruto del azar, antes bien un plan intencionado para que hiciera morada en mi corazón el mensaje que ahora atesoro como una gran joya.
Han pasado varios meses desde aquel encuentro no casual y mi corazón sigue acogiendo cada día la propuesta de tenerte siempre presente, así como desde primer segundo sentí tu presencia en aquel santuario mariano. Tú, con el rostro ensangrentado, el costado lacerado, espinas en la frente, manos y pies clavados al madero de mi omisión de Amor. Aquella fría tarde de invierno me confiaste como bagaje cientos de oraciones que creyentes anónimos sintieron expresar ante tu imagen en tantas visitas como la mía.
Desde la paz de tu mirada, sólo pudo hablar mi corazón y en el silencio más sagrado tuve la certeza de que Tú me escuchabas, sin trabas, personalmente, mientras una lágrima sincera recorría mi mejilla hasta la comisura de mis labios que besaron tu frente herida
: sólo entonces pude decirte "gracias". Así lo hago cada vez que siento haber hecho una buena acción, cuando te busco en una iglesia - ahora ya más a menudo-, en el pequeño crucifijo que me acompaña, en la oración que a cada tanto interiorizo para recordarme que estás ahí, siempre, como faro que alumbra para que no encalle en la tentación de cada día.. Desde aquella mirada y su paz ha cambiado mi vida.
¿Cómo expresar la sorpresa de recibir en mis ojos - aún más, en mi corazón - tu mirada personal que me interpelaba para que dejara a un lado mi preocupante apatía y dejara transcurrir el tiempo sin control en esa atmósfera sagrada en la cuál de improviso me hallaba inmerso? No sabría decir cómo llegamos a entablar aquel coloquio, pero desde el inicio tuve la percepción de que no era fruto del azar, antes bien un plan intencionado para que hiciera morada en mi corazón el mensaje que ahora atesoro como una gran joya.
Han pasado varios meses desde aquel encuentro no casual y mi corazón sigue acogiendo cada día la propuesta de tenerte siempre presente, así como desde primer segundo sentí tu presencia en aquel santuario mariano. Tú, con el rostro ensangrentado, el costado lacerado, espinas en la frente, manos y pies clavados al madero de mi omisión de Amor. Aquella fría tarde de invierno me confiaste como bagaje cientos de oraciones que creyentes anónimos sintieron expresar ante tu imagen en tantas visitas como la mía.
Desde la paz de tu mirada, sólo pudo hablar mi corazón y en el silencio más sagrado tuve la certeza de que Tú me escuchabas, sin trabas, personalmente, mientras una lágrima sincera recorría mi mejilla hasta la comisura de mis labios que besaron tu frente herida
: sólo entonces pude decirte "gracias". Así lo hago cada vez que siento haber hecho una buena acción, cuando te busco en una iglesia - ahora ya más a menudo-, en el pequeño crucifijo que me acompaña, en la oración que a cada tanto interiorizo para recordarme que estás ahí, siempre, como faro que alumbra para que no encalle en la tentación de cada día.. Desde aquella mirada y su paz ha cambiado mi vida.
lunes, 6 de enero de 2014
GRACIAS, JESÚS, POR ENTRAR EN MI CORAZÓN
Como en cada Belén que he visitado en esta Navidad, centro
la mirada en la adoración de los Reyes Magos ante el Niño Jesús, esta vez en el
Nacimiento del Belén que representa a todos los de Valencia. Contemplando la
escena puede percibirse la fidelidad de José y cómo María presenta al mundo al
Hijo de Dios: es el instante a postrarse y entregar todos los bienes y dones humanos
para recibir al Salvador. En él está el camino que lleva a la Eternidad.
Gracias,
dulce Jesús, por entrar en mi corazón por esa puerta que con mi poca fe he
dejado entreabierta. Que tu presencia en mi vida sea fecunda para crecer siempre
en la fraternidad que viene de Ti.
miércoles, 1 de enero de 2014
EN TODO LO QUE ACONTECE ENCUENTRO TU AMOR
El día comienza su última etapa cuando el sol se va posando en el horizonte, más allá de las torres, antenas y edificios que delinean la silueta de la ciudad costera. Es mi tierra, ésa donde habito, me relaciono y paso la mayor parte del tiempo que administro en mi existencia..
Una vez más vuelve a cuestionarme aquel consejo que recibí de joven, aquéllo de hacer balance del día para tomar en serio cada acción personal y sus consecuencias. Dudo, como otras tantas veces, de que realmente pueda ser objetivo. ¿A quién puede perjudicar que no sea sincero, tal vez adaptando las reglas y los mandamientos que prometí cumplir para bien de todos?
Se hace el silencio y la brisa del mar, ése que acota la distancia entre mi yo y mis semejantes, refresca mi memoria; de improviso mi mente siente la luz que aclara todo: fui en primera persona al lugar sagrado que tan bien conocía a confirmar mi fe, mi esperanza y mi compromiso de amor concreto sin desear recompensa. ¿Puedo acaso cuestionar mi suerte, el resultado de la gestión cotidiana de los dones y talentos recibidos al inicio y que ingenuamente creí merecer?
Sea hoy mismo, en el inicio de un nuevo año en la senda que me acoge, el momento de comprometer voluntad y corazón a dar pasos positivos -firmes y conscientes-, desterrar sombras y temores, bendiciendo lo que acontezca como la voluntad de quien más me ama.
Una vez más vuelve a cuestionarme aquel consejo que recibí de joven, aquéllo de hacer balance del día para tomar en serio cada acción personal y sus consecuencias. Dudo, como otras tantas veces, de que realmente pueda ser objetivo. ¿A quién puede perjudicar que no sea sincero, tal vez adaptando las reglas y los mandamientos que prometí cumplir para bien de todos?
Se hace el silencio y la brisa del mar, ése que acota la distancia entre mi yo y mis semejantes, refresca mi memoria; de improviso mi mente siente la luz que aclara todo: fui en primera persona al lugar sagrado que tan bien conocía a confirmar mi fe, mi esperanza y mi compromiso de amor concreto sin desear recompensa. ¿Puedo acaso cuestionar mi suerte, el resultado de la gestión cotidiana de los dones y talentos recibidos al inicio y que ingenuamente creí merecer?
Sea hoy mismo, en el inicio de un nuevo año en la senda que me acoge, el momento de comprometer voluntad y corazón a dar pasos positivos -firmes y conscientes-, desterrar sombras y temores, bendiciendo lo que acontezca como la voluntad de quien más me ama.
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