"Dios no puede sino amar.
Me ama como a su único;
un amor que me excede
hasta el final de mi vida:
razón para maravillarme,
audacia para recomenzar
una y otra vez.
Amanece en mí la belleza de un asombro,
asombro de un amor.
Cada día es un don de Dios.
Aunque piense que no soy digno,
¿dejaré que Dios pose en lo más hondo
de mi ser el frescor de una fuente?
Dios jamás retira su presencia.
Cristo me aguarda en lo más profundo de mí.
Aún cuando no lo sé,
lo encuentro y surge lo inesperado:
¿Presiento en mí la callada espera de su prencia?
Dios me busca incansable."
Oración compuesta con textos del
Hermano Roger de Taizé
En su memoria, a los ocho años de entregar la vida a Dios.
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