He regresado al lugar sagrado donde me convocaste para interiorizar mis dudas y presentarte mis debilidades. Cierro los ojos con la confianza de que estás presente en esta catedral vacía, me siento acogido en el silencio de sus muros románicos que de tanta historia fueron testigos. Cansancio y desaliento hacen de mi cuerpo presa de una flaqueza inesperada en los planes humanos que mi corazón había perfilado como óptimos para el camino.
Recito de memoria el salmo que reclama pureza para lo más profundo de mi ser; lo hago con la necesidad de percibir la orientación que falta a esta etapa de vacilación e incertidumbre que ha paralizado aquellos pasos antaño lúcidos.
Y entonces acontece tu Belleza cual visión de momentos de paraíso en el alma. Todo en mí se tambalea, pero vislumbro en la Luz de tu presencia ese momento de lucidez que desesperadamente anhelaba.
Te doy las gracias, Señor, por mostrarte cercano - siempre presente más allá de mis dudas -. Quiero retomar la senda y que los pasos tengan la firmeza de la fe en la gratuidad de tu Amor.
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