domingo, 21 de julio de 2013

UN CORAZÓN CON FORMA DE JARDÍN

Leyendo con atención las reflexiones sobre el corazón humano escritas por una persona comprometida con el Evangelio, me aventuro a expresarlas en voz alta para tratar de hacerlas parte de mi senda.


"Que nuestro rostro refleje lo que nuestro corazón atesora" 

Viene a mi mente la parábola del tesoro escondido cuyo descubrimiento en la vida de cada uno es un acontecimiento. Los pasos siguientes marcarán el rumbo de cada aventura personal.




"Ese jardín que un día nos fue entregado graciosamente, hemos de trabajarlo con humildad y valientía..."

Con los dones que el Espíritu derrama sobre ese campo sagrado que personaliza nuestra existencia podemos desarrollar el itinerario por nuestro tiempo definido. Al final del camino quedará la consecuencia de nuestra libertad sobre la práctica en el Amor.

"Por sus frutos los conoceréis"




La puerta del jardín tiene el cerrojo en el interior y sólo se abre con la propia voluntad. Es una decisión personal guardar los talentos bajo tierra y esperar a que se consuma la vida mundana; tal vez la opción de desde la fe sea más arriesgada, pero hay experiencias desde la Palabra que auguran horizontes floridos.



Para enriquecer esa aportación personal, mi referente en esta entrada
menciona la Regla de San Benito con esta cita que es un programa
de Vida:






 "Si quieres gozar de una vida verdadera y perpetua, ´guarda tu lengua del mal; tus labios de la falsedad; obra el bien, busca la paz y corre tras ella´ ".

1 comentario:

  1. "Tú cuidas de la tierra, la riegas
    y la enriqueces sin medida;
    la acequia de Dios va llena de agua,
    preparas los trigales;
    riegas los surcos, igualas los terrones,
    tu llovizna los deja mullidos,
    bendices sus brotes;
    coronas el año con tus bienes,
    tus carriles rezuman abundancia;
    rezuman los pastos del páramo,
    y las colinas se orlan de alegría;
    las praderas se cubren de mieses,
    que aclaman y cantan." Sal 64

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